¿Alguna vez has notado que te sientes más feliz cuando estás horneando? Puede pensar que se debe a la promesa de las golosinas horneadas: ¿quién de nosotros no siente que su estado de ánimo se eleva cuando las galletas son inminentes? — pero el aroma de la vainilla puede ayudarlo a relajarse y puede contribuir a mejorar su comportamiento. También puede encontrar el mismo efecto de levantar el ánimo cuando toma su toronja de la mañana. Y los investigadores de Smell & Taste Treatment and Research Foundation en Chicago descubrieron que el aroma del regaliz, por ejemplo, puede ayudarlo a sentirse más feliz, así como más amoroso [source: Johnson].
Sin embargo, no es solo la fragancia de la comida. Hay una razón por la que sugerimos que la gente se detenga y huela las rosas: el olor de las rosas es edificante, y cuando las olemos, nuestro cuerpo tiene una respuesta fisiológica y psicológica positiva a su fragancia.
Los estudios realizados en el Laboratorio de Emociones Humanas de la Universidad de Rutgers encontraron que cuando olemos aromas florales, como rosas o lavanda, nos hace felices; de hecho, las personas que olieron aromas florales durante esos estudios reportaron tres veces más pensamientos felices que antes de oler flores [source: Cantor]. Y el aroma de lavanda en su perfume, por ejemplo, puede hacer que se sienta más tranquilo, porque puede estar estimulando el cerebro de una manera similar a como lo haría un medicamento sedante recetado.
La fragancia se ha utilizado durante siglos como una forma de tratar el cuerpo y la mente, y se cree que tiene un efecto curativo en todo, desde el dolor de espalda hasta el estado de ánimo. Lo que sucede detrás de escena es algo así: cuando inhalas estas fragancias, ya sea tu aceite de perfume favorito, una vela perfumada o incluso la rosa (o un producto horneado), estás desencadenando una cadena de eventos en el cuerpo que comienza con los receptores del olfato en la nariz (el sistema olfativo del cuerpo). Los químicos en el aroma (natural o sintético, dependiendo de lo que estés oliendo) ingresan a tus pulmones y pasan al torrente sanguíneo. Se estimula el sistema límbico del cuerpo, la parte del cerebro que gestiona nuestras emociones y recuerdos, y el cerebro desencadena una respuesta fisiológica, como un cambio en los niveles de serotonina o norepinefrina, dos sustancias químicas del cerebro que ayudan, entre otras cosas, a gestionar nuestros estados de ánimo