Ya sea que esté a favor o en contra de este dulce rojo brillante, no hay duda de que el proceso de hacer una cereza marrasquino es realmente complejo, y leer sobre esto puede desanimarlo a comerlos.
Primero, las frutas cosechadas se sumergen en una solución de salmuera. En lugar del agua de mar tradicional, la solución se elabora con dióxido de azufre y cloruro de calcio, o una mezcla de metabisulfito de sodio, ácido cítrico y cloruro de calcio. Las cerezas se sumergen en el brebaje durante cuatro a seis semanas para blanquearlas. Esto borra efectivamente su sabor y color original. Luego, las cerezas se separan de la salmuera.
A continuación, las cerezas se remojan en una solución compuesta por jarabe de azúcar, colorante rojo N° 40 y aroma de almendras durante un mes más. Luego, las cerezas se deshuesan y se quitan los tallos (no siempre, a la gente le encanta atar esos tallos con la lengua).
Finalmente, se embotellan las cerezas transformadas, junto con el almíbar. Los frascos se sellan y pasteurizan calentándolos durante aproximadamente 20 minutos a 185 grados F (85 grados C). Este proceso permite que las cerezas se mantengan estables durante meses, incluso años, después de abrir los frascos.
Entonces, ¿queda algo de nutrición después de toda esa salmuera y blanqueamiento? Muy poco: las cerezas al marrasquino tienen mucha más azúcar y calorías que las cerezas normales y muchos menos antioxidantes. Se ha demostrado que los antioxidantes reducen el riesgo de algunos tipos de cáncer, diabetes tipo 2 e incluso enfermedades del corazón.